De incorformismos y otras enfermedades

Hablaba ayer por teléfono con mi amiga Rocío, un tesorito que encontré en mi curro del fin de semana, y acabamos como siempre en ese punto que mezcla lo divino y lo humano. A propósito de la inmersión en mi particular "bucle espacio-temporal" retomamos una antigua conversación que versaba sobre el momento de mi vida en el que parezco encontrarme y el lugar en el que está mi cabeza. Como podéis imaginar no son el mismo sitio.
Ella opina que no he llegado al punto de conformismo. Me explico, una vez que tienes pareja y casa, o proyecto de la misma, se supone que has de seguir ciertas pautas estereotipadas al igual que hace todo el mundo. Yo, por definición, estoy en conflicto conmigo misma, deseando tener algunas de esas cosas, pero sin entender que por ello deba renunciar a ciertas otras. Sobre todo a mi sueño. Porque ahí es dónde está el fallo. El llegar a tener lo que ansío implica que trabaje todos los días de la semana y que no tenga tiempo para casi nada más. Que esté cansada todo el tiempo. Que no encuentre ganas, ni motivación.
Quiero escribir desde que recuerdo. Siempre que alguien me preguntaba qué sería de mayor yo respondía, sin la menor duda, que sería escritora. Ahora llevo demasiados años escuchándome decirlo y empiezo a estar cansada de no encontrar la "maldita inspiración". Lo cierto es que cada vez que cojo el bolígrafo (sí, soy de las que todavía escribe a mano) y el cuaderno me paralizo. Empiezo, releo y tacho... así, sin más. Nada es suficientemente bueno, quizá sea crítica en exceso. Necesito encontrar el camino. Y ahí es dónde radica mi incorformismo.

1 comentario:

  1. Seguiré con mis frases sentenciosas: el movimiento se demuestra andando...

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