Actualizaciones

Pues bien... llevo varios días dándole vueltas a este tema. El punto de partida siempre es el mismo ¿para qué sirve un blog si está muerto? En mi opinión para absolutamente nada. Es cierto, tengo un blog con un nombre relativamente ingenioso que creé para compartir mi pasión por la vida (para compartir mi pasión por la escritura tengo otro... que tampoco actualizo) pero en el que no comparto nada. Y si no comparto nada lo único que hago es ocupar espacio en la blogosfera... Puesto así, por escrito, se lee muy triste.
Esto me lleva a la reflexión habitual, la que me da miedo, la que no quiero ni pensar, la que me hace darme cuenta de que mis días son una sucesión de obligaciones en los que me concedo poco tiempo. Sí, muy poco. Hace meses que quiero coger un boli y escribir (soy así de antigua, qué le hacemos) y no lo hago. La excusa siempre es la misma: no tengo tiempo, estoy cansada, bla bla bla... y la omnipresente novela que pende sobre mi cabeza se personifica ante mis ojos y se descojona. Así de claro: SE-DES-CO-JO-NA. Sabe que mi constancia para lo inconsistente es nula, cero o ninguna y que si sigo así jamás llegará a salir de mi cabeza. Dejando de lado los temores que podréis fácilmente imaginar (si encontraría un tema, si estaría a la altura) el hecho es que alejo de mí cualquier escribiente impulso inventando los pretextos más mundanos.
Así las cosas lo único que actualizo es mi Twitter. Y últimamente muy poco. Me resulta más cómodo, más rapído y más facil (como un anuncio de detergente). Va conmigo en mi móvil y cuando le coja el truco al teclado táctil voy a ser la tuiteadora más rápida a este lado del oeste. Ahora, que la vocecilla que anida en mi cabeza, la que lo tuvo tan claro a los siete años, sigue murmurando "yo voy a ser escritora... yo voy a ser escritora" y desde mis treinta y tres y medio la miro sarcástica y respondo "cuando empieces a actualizar el blog..."

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