De como un montón de idioteces pueden estropear la paz de tu alma

Hoy tengo uno de esos días tontos en los que me encerraría bajo mis mantas (aunque en la calle hubiera 40º) y no pararía de llorar. Es algo que me ocurre desde mi más tierna adolescencia y que no he conseguido controlar con el largo paso de mis vivencias. Si me miro desde un punto de vista externo me encuentro un poquito neurótica y algo descolocada: al final siempre dejo que mi felicidad dependa del de al lado, no sólo de su propia felicidad, sino de sus comportamientos hacia mí. Y eso es bastante peligroso porque cualquier insignificancia puede provocar el temporal. Cuando sucede, el maremoto de sentimientos que ahoga mi alma deja mi espalda atrofiada, mi garganta arañada y una perplejidad incomprensible en alguien como yo. Nada me entretiene. Incapaz de leer, de escribir, de asentir, de sentir... nada es suficientemente bueno. Empezando por mí, of course. Y me temo que ahí está el inicio de todos mis males. Pero eso me llevaría para escribir horas y horas y debería desnudar mi alma hasta tal punto que alguien acabaría muy asustado.
Hoy tengo unos de esos días tontos y como siempre, no he encontrado a nadie con quién compartirlo. Volvemos al principio. Mi estúpida necesidad social. He tocado aquellas puertas que me pueden servir, hasta aquellas a las que me da vergüenza llamar. Y he seguido sola. Evidentemente no soy el centro del mundo, así que entiendo que la gente tenga su propia vida pero eso no evita que duela. Me siento prescindible, movible, intercambiable. Me siento pequeña. Y he gritado y he seguido igual.
Hoy tengo uno de esos días y lo peor es que me temo que la proximidad de mi cumpleaños tiene mucho que ver con ello. Una fecha que tradicionalmente ha sido una alegría (recuerdo que cuando era pequeña desde el mes anterior, y para horror de mi hermana, iba descontando cada día al levantarme) se ha convertido en un motivo de quebraderos de cabeza. Celebraciones, gente que sí, gente que no, gente que sola... !peor que la boda!
Me siento vulnerable.

1 comentario:

  1. Cuando la soledad es una elección no está mal, cuando viene impuesta es otra cosa... pero tu no estás sola, aunque a veces lo sientas así.

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