CONCILIACIÓN

Bajo tierra, L-8 de metro, dirección Nuevos Ministerios, es curioso observar a la gente a mi alrededor. Diferentes nacionalidades, razas y extravagancias desde el veinteañero que ha recorrido Europa en low cost por dos duros hasta el hombre trajeado que regresa tras el viaje de negocios. Son más de las 20:00 h.... y es que los días de trabajo en Madrid son muy largos. 

Regreso a casa agotada y un poco hastiada, la verdad. Todavía no soy madre ni tengo un piso propio y ya me parece difícil eso de conciliar. Ya me es imposible conciliar mi tiempo de ocio con las agotadoras jornadas en la oficina. Nunca parezco tener suficientes horas. Hoy leía un post en un blog en El País (http://blogs.elpais.com/mujeres/2011/02/manolo-tambien-quiere-conciliar.html) a propósito de la conciliación y eché en falta esta postura. ¿Acaso es admisible que pasemos 12 horas fuera de casa  dedicadas al trabajo? Cuando, como en mi caso, existe además la necesidad de compaginar dos empleos, la continua sensación de agobio, de no llegar, de tener abandonado a todo tu círculo, de, en definitiva, vivir para trabajar se convierte en una constante. Y, o tienes una fortaleza psicológica inmensa, me corrijo, y aún teniendo una fortaleza psicológica inmensa los momentos de bajón son abundantes. El cansancio acumulado y la frustración provocada por la escasez de momentos de ocio hacen la vida aún más dura.

Así las cosas, miro a los viajeros en el metro y me pregunto si no nos estaremos equivocando en algo. Y la respuesta me parece tan evidente que espanta.

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