Villa Diamante

Con la voracidad que provocan los buenos libros, con esa mezcla de ansía por que llegue el fin y deseo de que no termine nunca, hoy he finalizado la lectura de Villa Diamante. Desde las primeras páginas, me enganchó la manera de escribir de Boris. Conocida de sobra la histriónica personalidad demostrada por el autor en los programas de televisión, no esperaba encontrar una novela sólida, bien construida, en consonancia con la narrativa de mi muy admirado Gabriel García Márquez... Hay algo en los narradores sudamericanos, quién sabe si provocado por el clima tropical, que va tejiendo en torno al lector una maraña de la que resulta imposible salir: mientras leía la novela todo ha sido ella. Cada mañana me he metido en la piel de Elisa, unas veces comprendiendo sus decisiones, otras quedándome perpleja por su forma de actuar, pero siempre admirando su modo de encarar la vida, magnífica mujer que teniendo las de perder acabó casi ganando.
Para alguien como yo que pretende hacer de la narrativa su forma de vida, la novela de Izaguirre es un gran ejemplo. Quizá algún día encuentre la disciplina e inspiración necesarias.

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